… en este instante, cual sol y lluvia viva, la tarde es un incendio sobre el oro táctil de los chopos;
ah el otoño, es una estación bendita,
un ágora,
un estante cuántico y gentil,
un mar de cristal,
una ensenada del corazón;
… iba yo como extasiado y preguntando a la sangre,
justo cuando el camino enfila hacia el tul y las rosas,
hacia los azules-malva y los ingentes púrpuras, cuando al fin, y al oído, me dijo:
yo soy la belleza de Dios, su purísima luz, el templo del Altísimo,
y también, también, su voz: la flor de su silencio.
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Antonio Justel
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