El mar también sabe que incluso en medio del temporal, se puede encontrar un rayo de esperanza.
La historia del rayo verde... reflejado en las aguas. El último rayo de sol.
Cuando un sabio logra la resolución de una operación, sea operativa, sea especulativa, el resultado se representa por medio de una rosa o por medio de una gema.
Y si son rosas, qué mejor que sembrar de flores el mundo.
Cuando la luna se presenta en forma de astro luminoso, quasi estelar, es una buena señal ante la obra de la plata. Plata y violeta, colores espirituales, alma y conciencia.
Y el mar se presenta desafiante, como espejo del cielo, ante los bajeles de los humanos que necesitan recorrerlo para encontrar sus misterios y aprovechar sus riquezas. Entre éstos estaban en la antigüedad, las sirenas.
Las sirenas que en la Ilíada o en la Odisea, engañaban a los marineros y no los dejaban volver a sus tierras. Circe estaba en medio del enredo, creo. Pero hubo una sirena que vio que su amado se marchaba y entendió que no debía estar a su lado, obligándole a quedarse. Se apoyó sobre la quilla de su barco y se durmió en el tiempo. Despertará cuando la voz de su amado la saque de su ensueño.
Poseidón no quiso permitir que un ser de la tierra le
arrebatase una perla del mar. Así que convirtió sus pisadas en agua y el agua
en mosaico para confundir cualquier rastro que quedara del ser humano por aquellos lares para que la
sirena no fuera en su busca y por si el hombre, recordando las buenas
disposiciones de la enamorada, quisiera volver, que no encontrara el camino.
Y poco a poco el mar recobró la calma. La arena siguió
viviendo a expensas de las corrientes y sirviendo de cobijo a los animalillos
que se cercaban más a recibir los dorados rayos de nuestra estrella. El hombre,
efectivamente, volvió a buscar aquella sirena que tan feliz le hizo... y todos
los marinos miran al mar con añoranza, esperando encontrar aquel refugio
acogedor y eterno en el mar... algunos, incluso, llevan el color del mar y del
cielo en sus ojos aunque vivan en tierra. Y en cuanto a las sirenas... los
camarones de proa sirvieron de ojos para que supieran de tierra firme dado que
ellas perdieron sus privilegios ante los humanos. Y es que Poseidón no deja de
ser un dios, caprichoso, anciano y sabio. Llámese como se llame ahora.
All rights belong to its author. It was published on e-Stories.org by demand of Maria Teresa Aláez García.
Published on e-Stories.org on 03/16/2009.
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