Ancor Robaina Estevez

Mr. Silencio y su sombrero

Un buen día (como todos), el Silencio decidió ir de paseo . Se puso bien guapo, peinadito, una camisa colorida,de verano, un sombrero coqueto...
Se bajó sin hacer ruido del tren de las afueras y enfiló la avenida principal. Avanzaba de ninguna manera en particular, determinado y tranquilo y Queriendo o sin querer ( el efecto era el mismo) inundaba todo como un perfume, o, si prefieren la paradoja, como una omnipresente vibración sonora (vamos, ruido) .
tras su paso nada quedaba impasible,de hecho, la luz con sus flores y reflejos, la sombra, consulado de la noche, y muchas otras cosas que vienen del mismo sitio y no vienen al caso ahora ( o sin guardar apariencias, se me escapan de la imagen que presento), lo saludaban con la mano y el alma. bueno, he de decir que lo impasible es terco y si quedaba igual, osea, impasible mirando al frente.
sin propósito ni expectativa, sin meta o moraleja,sin prisa, llegaba rápido a todas partes, llenándolas o vaciándolas, según se prefiera.
En el mundo chiquito que evolucionó milagrosamente en un pelo de una pata de una hormiga que vivía en el cesped del jardín por donde iba llegando Silencio, los habitantes, coherentes cabalidades, corrían despavoridos o se quedaban rígidos como estacas, agarrando de forma desesperada su evolucionada, sanadora, protectora y costosa, muy costosa máscara y gritaban a pleno pulmón chiquito sin percatarse del todo que era inútil todo intento de alivio transitorio pues él estaba ahí, enorme, en su paseo y claro, recuerden que siendo lo que era, SIlencio queriendo o sin querer (el efecto es el mismo), no dejaba sonido sin silencio. Así que así, quedos y asustados se miraban los unos a los otros boqueando como peces del mundo del pelo de hormiga fuera del agua.
Los locos confesos y otros inconfesos, los ansiosos, los depres y alguna mujer, se abrazaban (los más suertudos de tener un loco a un lado, mejor una mujer) o simplemente disfrutaban solos y en silencio, obviamente, del alivio, de la derrota qué importaba si temporal, del tirano bajo el sombrero(la cabecita pensadora);
los niños pequeños se desintoxicaban, divertidos de la aventura y los bebés...hay! los bebés reían como viejos borrachos; a moco tendido reían y abrían muchos los ojos y los brazos para recibirlo, como si él, el Silencio, con su sombrero coqueto y su camisa colorida fuera el mismísimo Papá NOel que en el futuro conocerían para después olvidar, como ( es el destino del hombre, aunque no viviese en un pequeño mundo que evolucionó en un pelo de una pata de una hormiga de aquel cesped) también olvidarían la importancia y el goce del Silencio con mayúsculas.
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Published on e-Stories.org on 04/06/2012.

 
 

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