Maria Teresa Aláez García

Plagio descarado

 
 
 
INTRODUCCIÓN A MI "PLAGIO DESCARADO".
 
Entre todos los plagios y versiones que he encontrado de esta maravillosa canción, aquí va el mio. Porque al fín encontré una medida que describe mis sentimientos.
 
Antes, feliz año nuevo y felices fiestas.
 
Entre unos festejos destacados por la reflexión y la iluminación accidental acerca de cómo pierdo el tiempo y qué poco me falta y debo aprovechar cuerdamente, además de haberme peleado con media familia política y consanguínea - pero creo que me hacía falta y no se puede nadie imaginar qué a gusto me he quedado hasta que he sentido remordimientos por estar tan bien y les he pedido perdón, con lo cual me he vuelto a sentir mal, hipócrita, cínica y malintencionada - y la vuelta a sentir en una pequeña medida el sabor delicioso de la cerveza y del "calimocho" o "Coca Cola" con vino o cava - qué despercicio el rioja "Sangre de toro" con "Coca Cola" o el cava "Freixenet" con "Coca Cola", el único que he tomado sin reducir ha sido mi querido "Codorniu", el de:
 
"Cuida tu tierra,
sus montes te dan frescura,
te alimenta con sus frutos,
cobijo te dan sus sierras.

Nombra tu tierra,
con su propio nombre en tu misma lengua,
tu lengua es la música que nombra a tu tierra.
Ama a tu tierra,
que no tienes otra,
que nadie la manche,
que nadie la queme,
que nadie la rompa."
 
(Olé y premio a uno de los mejores anuncios de la recién inaugurada democracia, interpretado en todos los idiomas de nuestro país y cuya melodía no he encontrado en ningún sitio) en medio de las miradas de horror de mi familia consanguínea y política, adoradores del vino, de las comidas grasosas y de los dulces "bien mirados", de sanas costumbres derechistas y pensamientos y habla izquierdistas, que intentan dictar digo dirigir la vida ajena, sobre todo de una apolítica que no quiere irse de este mundo sin haberse empachado con los "Ferrero  Roché" o haber consumido "a dedo" con su hijo un bote de "Nocilla" quedándose a gusto por una vez en su vida y sobre todo satisfecha de haberlo hecho con conciencia y siendo una misma (pongo ésto por ser lo menos que he hecho, porque lo más que he hecho ha sido lo que me ha costado los enfrentamientos con las "diotaduras democráticas izquierdo-comunistas e independentistas" familiares). ¿Y lo guapos que estábamos mi hijo y yo con la boca y la nariz manchadas de chocolate, tirados en el sofá y con una sonrisa de oreja a oreja? Hasta nos hicimos una foto tras la comisión de cada uno de los "delitos". - Pues obviando el largo intervalo que acabo de reseñar, me voy a echar otro "calimocho" con "Freixenet" y ahora sigo.
 
Consumido de un tirón el vaso, continuo.
 
Pues bien, el dia de Nochevieja, pedí a mi marido que me pusiera uno de los cd de "Il Divo" que me fueron regalados en Nochebuena. Parecía que no los escucharía en la vida. Y como el dia anterior y los posteriores se me presentan con un feo panorama entre poca clientela en el trabajo, broncas de la jefa y seguir trayendo cosas de la otra casa - no creo que exista mudanza más larga que quizás la de un rey en el exilio, porque desde junio de 2006 y aún nos queda media casa por traer de papeles, libros, ropa, juguetes y artilugios inútiles que tenía almacenados no sé para qué pero que he de traerme  y ya tengo sólo esta semana y mi jefa se ha cabreado y uf, qué mal rollo de comienzo de año, ésto se merecería otro vasillo, pero lo dejaremos pasar - pues empecé a escuchar las voces de estos cuatro magníficos chicos - hay tres que me gustan y uno al que no he podido ver pero en fin, como lo mismo es por problemas personales míos, mejor reconoceré la buena actitud y trabajo de los cuatro y lo majos que son, aunque cualquiera que sepa que me encanta la música clásica y .. en fin... que son un grupo magnífico como "The ten tenors" y otros... - pues mientras preparaba la interminable mesa para los comensales, empecé a escuchar la melodía y tuve que ir al fondo de mi cerebro porque anda ahí guardada desde hace mucho tiempo y por fin ha salido a la luz tras mucho trasegar por mi cerebro. Ya iba siendo hora.
En un principio creía que era la música de una película, algo así como "Desayuno con diamantes" porque la verdad, parece un tema de una película, pero no, no lo es. Es que el título lo parece. Pero no.

Y eso que se va encendiendo una luz y se va recordando y van  viéndose las cosas como deben de verse a ojos de la realidad y se va despertando y se ven cosas buenas y cosas malas que hay que perdonar, aceptar y pasar pero que se han de saber entender y ver cómo ocurrieron para poder eliminarlas del cerebro. Y aceptar muchas cosas que no se quieren ver.
 
En fin, plagiaré de algún modo la canción, aunque no su melodía, la cual fue plagiada por otros artistas. En mi caso, plagiaré su estructura.
 
Es que la canción describe una situación mia en el punto clave de mi declive. (Con el ala aleve del leve abanico, una aliteración, juas).
 
Besos y os dejo con el vídeo en inglés, que en castellano lo usaré para el "plagio".
 
Feliz 2007.
 
Amiga, no te imaginas los "calimochos" que llevaba encima. Muchos muchos besos y muchas gracias. (Bueno, yo llevaba "calimochos", un cm de vino o cava y el resto del vaso de "Coca Cola"; los demás se tomaban la copa entera de vino o champagne. Y aún me repite el cordero, uggggg)
 
Noches in witht saten. Moody blues.
(Uf, el calimocho :))))
 
Nights in withe saten. The Moody Blues.
http://www.youtube.com/watch?v=U7pYGSmekHU
 
MOMENTO CODORNIÚ.
Fue en los años de la transición. Creo que tendría 13 años poco más o menos, o doce.
Eran momentos agitados por el comienzo de la democracia, la muerte de Franco, en noviembre del 75, yo en enero del 76 cumplí los 13.
 
Era un momento de cambios importantes dentro y fuera de mí. Como persona, marcando el final de mi infancia y el comienzo de mi madurez y como ciudadana de un nuevo país, donde se iban sucediendo rápidamente novedades.
 
En aquel entonces se iban consolidando las autonomías.  Se hablaba más abiertamente en otros idiomas que en aquel entonces, se denominaban "dialectos". No podía decir que eran nuevos para mí, dado que yo soy nacida en Galicia, vivía en Murcia, mis primas veraneaban en el País Vasco y teníamos familia en Cataluña, Aragón, Andalucía.  Pero el escucharlos abiertamente no era normal para mí. Sólo en la coral donde acudía a cantar, gracias a la cual me familiaricé con otras lenguas y a los marineros que venían a nuestra ciudad a cumplir el servicio militar, la mayoría de los cuales eran catalanes o valencianos y de quienes, por cierto, aprendí a tocar "blues" en la guitarra.
 
No se me olvidará el momento en que fui consciente de escuchar el anuncio de Codorníu. En castellano, ya me parecía magnífico:
 
"Cuida tu tierra, sus montes te dan frescura, te alimenta con sus frutos..."
 
Pero escucharlo en euskera, en gallego y en catalán... para mí se abrió un nuevo mundo. Para mí aquel anuncio fue el anuncio de la transiciión.
 
Hace treinta años que cada fin de noviembre hasta mediados de enero, entre las nueve y media y las diez y diez de la noche soy fiel a mi cita con Codorniu.  Desde hace treinta años, en mi casa y por mi mano, sólo han entrado las distintas variedades de Codorníu. Mis padres y mi abuela iniciaron la tradición cuando vieron el impacto de aquel anuncio sobre mí. Mis hermanos continuaron con ella y ahora mi marido y mi hijo la mantienen.
 
Hace tres años mis suegros compraron una caseta y para ir hacia ella, hemos de pasar ante las viñas de Codorníu.
 
Y es que aquel momento fue relevante. Mi marido es catalán, como toda su familia, y mi hijo es valenciano.
 
Feliç any nou.

 
PLAGIO DESCARADO.

Y es que yo, toda mi vida, sólo buscaba una cosa: un amigo o amiga. Nada más.

Una persona a la que poder contar mis cosas sin miedo a ser ofendida o engañada o insultada o que me pidiera algo por ser escuchada.

O simplemente, una persona con la que compartir.  Un paseo, una lectura.

No buscaba un matrimonio ni una amistad "hasta la muerte" ni nada parecido. Solo un "Aquí estoy" "Ok, de acuerdo".  Y, de cuando en cuando, un "¿Andas por ahí?".

Era suficiente y de hecho, lo dejaba claro.  No hablaba por no molestar, porque no me gustaban las cosas de las que la gente hablaba ni a los demás lo que yo decía. Pero me dejaban estar y con eso era suficiente.

Sólo quería que alguien me quisiera por mí misma.

Y lo dí todo.

Como a los seis años, cuando aquel alumno de mi padre que era tan conocido y admirado por los otros alumnos de mi padre porque era hijo de un hombre de negocios importante de mi ciudad, en una de las ocasiones que mi padre nos llevaba a todos de excursión, se quedó conmigo a solas esperando a que mi padre nos recogiera y se empeñó en enseñarme las diferencias entre hombre y mujer metiendo la mano en el pantalón respectivo, uno del otro. Y no entendía lo que estaba haciendo pero para mí, lo importante es que me había hecho caso. No entendí la mirada de mi padre cuando entró en la habitación y le preguntó lo que estaba haciendo, y yo le respondí con toda alegría y contento que me estaba enseñando que él era un chico y yo una chica.  No sé por qué en aquel momento, entendí el valor del silencio, que ahora he perdido, y aprecié la seguridad de mi padre aunque no me gustó su posterior control. En aquel entonces me enfadé porque de repente, todas aquellas personas dejaron de venir por la casa y no me permitieron volver a verlos hasta muchos años después, siempre bajo la vigilancia de algún miembro de mi familia.

Y es que sólo quería que alguien me quisiera por mí misma.

Y lo dí todo.

A los doce años, era alta y algo ancha de medidas. No gruesa pero sí más desarrollada, aunque mi mente tenía once años o menos. Y fui a casa de una vecina, para ayudarla en la compra, porque tenía un pariente enfermo y no podía salir. Estaba la abuela de ese pariente y debía acudir ella a comprar, así que me pidió que me quedara en la casa por si el joven, que era mayor que yo cinco años, necesitaba algo: agua, o la merienda que le había preparado. Accedi, seguro que mi madre se hubiera sentido orgullosa de mí - como así sucedió-. Entré en la casa y me senté en una silla, esperando órdenes mientras la abuela salía a realizar sus compras. El enfermo me invitó a sentarme en el sofá a ver la televisión. Después a recostarme sobre el sofá y luego se tumbó a mi lado y comenzó a besarme y a tocarme. En aquel momento sólo sentí unas ganas terribles de que viniera su abuela para poder salir a jugar a la calle donde mis amigas me estaban esperando  y lamenté enormemente el haber aceptado esa proposición dado que aquellas atribuciones no formaban parte del trato. Alguna chispa se activó en mi cerebro y comencé a hablar de lo que estaban dando en la televisión en aquel momento, de tal modo que se pasó el tiempo hasta que vino la abuela y salí como había entrado. Al salir, como agradecimiento, el joven recortó de un rosal de su jardín, doce rosas blancas y me las entregó para dárselas a mi madre, la cual se puso extremadamente contenta y estrechó sus relaciones con aquella familia. Por mi parte, ni volví a entrar en aquella casa ni volví a ofrecerme para realizar ninguna labor so pena que mi madre fuera la intermediaria o me lo pidiera alguna amiga.

Y es que yo, sólo quería que alguien me quisiera por mí misma.

Y lo dí todo.

Más adelante, al año siguiente, volvía al anochecido, con mi hermana pequeña del colegio. Iba llorando porque el regalo del dia del padre, que consistía en un barquito hecho de palillos sobre un fondo azul, se me había soltado y no lo podría reconstruir. El viento movía el papel y se iban soltando los palillos. Bajando por la cuesta hacia mi barriada, que estaba solitaria, apareció un hombre que nos dio las buenas tardes. Llevaba un abrigo bastante amplio.  Nos paramos a responder por educación, y el hombre me preguntó que qué me ocurría. Le conté mi problema y me respondió que seguro que sabría arreglarlo. Que nos enseñaría algo que nos iba a gustar.  Al preguntarme a mí que si me gustaba lo que veía, no caía en la cuenta hasta que señaló con su mirada hacia abajo. No ví nada pero aparté corriendo a mi hermana  y le ordené que se fuera hacia la casa mientras el hombre insistía en que miráramos y preguntaba que adonde nos íbamos. A la mañana siguiente, mi madre nos preguntó que si habíamos visto algo porque se decía que había un exhibicionista por nuestro barrio y que había asustado a dos niñas al atardecer. Fue tal mi terror ante la posible - y efectiva, claro - paliza de mi madre que le dije que no y que sólo estaba preocupada por el regalo del dia del padre, que  por fin pude arreglar.

Y es que sólo quería que alguien me quisiera por mí misma.

Y lo dí todo.

Años más tarde, me iba haciendo ilusiones con cuantas personas me prestaban un mínimo de atención: el pescatero que me decía "hola" cuando me veía pasar, se merecía que todos los sábados acudiera a la infernal compra con mi madre y cargara con el carro, sólo para comprar allí el pescado y que luego me tenía que comer. Gracias al frutero que hablaba de la ayuda que mi hermana y yo dábamos a mi madre, se merecía el comprarle las patatas.  El miércoles, acudir al mercado de la ropa por que había un policía que nos cedía el paso amablemente. A uno de los alumnos de mi padre, en un intento por ayudarle y que no le regañara mi padre por no entender un problema de matemáticas de sistemas con dos incógnitas - él iba al instituto, yo aún al colegio - le resolví un problema en la pizarra, arguyendo que él me había enseñado la resolución de los denominadores - se me encendió la luz en ese preciso instante. Mi padre atribuyó su descuido al cansancio y se libró de la bronca pero a mí me cayó otra por no aprobar matemáticas en el colegio. Y todo porque el muchacho me había enseñando a dibujar ¡¡Un burro!!. O las largas tardes de sábado cuando venían los marroquies que hablaban en francés a mi barrio porque a las chicas les gustaba conocer su mundo y me tenían de intérprete, porque uno de los chicos que poco después se casó con una de esas chicas, me desafió a que no me entendería ni siquiera con los "moros". No sólo me "entendí" yo sino medio barrio más y más tarde el marroquí que hacía de interlocutor se vino a vivir al barrio con su mujer y ahí están aún.  Sólo quería caer bien a aquellos chicos y que las chicas me dejaran entrar en su pandilla. No consegui ni lo uno ni lo otro, sólo que me tuvieran mucho respeto y que se alejaran de mí.

Y es que sólo quería que alguien me quisiera por mí misma.

Y lo dí todo.

Durante cerca de cuatro años, tuve un amor platónico. En esos cuatro años, sólo me acerqué a su persona en cinco ocasiones y siempre en público. No pasó nada bueno ni malo.  Mi respuesta, cada vez que me dirigía la palabra, era desaforada en un principio, hasta tal punto que mejor pensé en callarme porque siempre metía la pata  Y no se acercaba por aburrimiento. Fui a mi tierra, Galicia, y me pidió una botella de un vino particular que se cosecha en Betanzos. Una hora ntes de salir de vuelta a casa, estaba en Betanzos comprando el vino y poniéndolo en una nevera para que llegara a su lugar con sus grados precisos, porque si no se agriaba. En Madrid, una amiga de mi madre no tuvo mejor idea que la de meter la botella de vino en el congelador, con lo cual, el vidrio estalló y me quedé sin botella y sin amigo.

Ahí lo di ya todo por perdido. Pero me quedó la fama de que "lo que yo no pudiera hacer por mis amigos sería por lo difícil de conseguirlo".

A partir de aquí, me esforcé por cambiar y ver qué buscaba la otra persona en mí.

Conocí a alguien que dejó honda huella en mi vida. Pero la relación no salió bien y pensé que fue por imponer mis ideas.  Determiné no volver a hacerlo.

Conocí a otra persona con la cual tuve varios años de relación. Me dejó porque imponía demasiado bien sus ideas y no le gustó.

Conocí a otras personas, todas distintas, con las cuales intenté relacionarme. Con quienes no daba una. Y me casé y sigo sin dar ni una.

Y tuve un hijo que va siguiendo su propio rumbo y que me enseña mucho más que yo a él acerca de las relaciones sociales.

Y hoy recordé aquellas horas de una noche como la de hoy, en una habitación de paredes beige similares a ésta, ante una ventana como la que ahora me separa de la realidad, en la cual, sóla y deseando encontrar esa luz en un rostro, escribía mis primeras palabras sobre mi encierro mental.

"Un piano, una guitarra, mi soledad y un zumo de piña. Todo mi ambiente".

Como en esas noches frías de blanco satén.

http://www.youtube.com/watch?v=uIXUuqOPsLg


CONCLUSIÓN.

Sigo teniendo miedo, sin poder escribir todo lo que quiero y sigo acabando las historias corriendo.

Por eso, porque sigo teniendo miedo.

He de romper ese miedo.

Y espero que algún dia, antes de mi muerte, pueda decir a alguna persona con confianza, seguridad, sinceridad, sin miedo a que me mienta, a que me engañe, a sentirme estafada o a que se aproveche de mí, sin ser pariente consanguíneo:

"Te quiero".

Pero entiendo que hay cosas realmente imposibles de conseguir.

 

All rights belong to its author. It was published on e-Stories.org by demand of Maria Teresa Aláez García.
Published on e-Stories.org on 01/03/2007.

 
 

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