Suelta tu risa, niño, niño orillero,
hasta que apunte el alba del día nuevo,
y se encienda tu calle, niño moreno.
Dame esa flor que ofreces, niño orillero,
y que me hiera el grito de tu silencio.
Todos los días, pobre, niño sin techo.
Niño pobre del río, niño orillero,
Copla de madrugada, temprano obrero,
¡estalla tu pregón, juglar del pueblo!
Niño, niño sin pan, niño en secreto,
niño que no te dejan ser niño entero.
Peón de la nostalgia y del desempleo.
Niño pobre del río, niño sin cielo,
atraviesa tu pena un tren repleto,
a las seis de la tarde de un día eterno.